Dr. Carlos Castillo Uribe
La nueva administración de los EUA Estados Unidos se enfrenta a muchos retos que el expresidente, Donald Trump, dejó detrás. Temas como el muro, las amenazas arancelarias, las sanciones y las alusiones de invadir Venezuela, generaron grandes expectativas con el nuevo presidente Joseph Biden. Se espera que tome un camino distinto en cuanto a la política con América Latina.
Una de las diferencias que resalta desde los primeros momentos es que Biden, a diferencia de su antecesor, busca una aproximación cooperativa con México y países de Latinoamérica. Donald Trump, en su momento, centró la administración en temas relacionados con la migración, específicamente con México, y el modo de hacerlo fue a través de amenazas de gravar las importaciones y remesas; su estrategia se basaba en sanciones económicas. Biden, en cambio, busca una cooperación con México y mayor apertura al diálogo para establecer nuevos acuerdos en América Latina. Este asunto no es un tema nuevo para el actual presidente de los Estados Unidos, recordemos: en la comisión Linowitz, en el informe de 1976, Biden dio forma a las prioridades políticas de la administración de Jimmy Carter con respecto al Canal de Panamá. Con la disposición de Biden por trabajar en conjunto, se puede visualizar una nueva mesa de trabajo. Las negociaciones y acuerdos entre el gobierno nuevo de Estados Unidos y México se mediarán por mecanismos institucionales, sin agresiones ni desplantes, apostando por un trabajo diplomático. Para ambos gobiernos, las prioridades son el comercio, la migración, la seguridad y el combate contra el crimen organizado.
En el caso de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dejado claro su interés por la recuperación económica y ve al T-MEC como un instrumento para lograr este objetivo. Este tratado que impulsó Trump, Biden lo puede usar para impulsar cadenas productivas que generen nuevas oportunidades de comercio y negocios.
Según Shannon O’Neil, experta en América Latina del Consejo de Relaciones exteriores, para establecer una relación diplomática con México, la administración de Biden sostiene ocho prioridades que requieren la cooperación de Andrés Manuel López Obrador y su gobierno:
- Cierre de espacios a las organizaciones criminales.
- Impedimento del flujo de migración indocumentada.
- Reducción del uso de energías de combustible fósil.
- Cumplimiento de acuerdos y contratos en el sector energético.
- Transparencia total en el quehacer público.
- Garantía de la plena libertad de prensa.
- Respeto a los derechos humanos y atenuar la militarización.
- Protección de la democracia y espacios para la crítica.
Por otra parte, la posición que tiene México frente a Estados Unidos es arma de doble filo: México es parte de tratados de libre comercio que comprenden un total de 46 países y 32 inversiones bilaterales; capta alrededor del 83% de exportaciones hechas por Estados Unidos, de manera que depende de este país en gran medida, por lo tanto, es vulnerable ante el desempeño de la economía estadounidense y medidas proteccionistas que pueda implementar. El acuerdo que sostienen Estados Unidos-México-Canadá (USMCA) asegura el acceso sin aranceles al mercado estadounidenses. El trabajo cooperativo entre estos tres países debe continuar, promover políticas de adaptación al cambio climático y estrategias de reducción del riesgo de desastres para fomentar una infraestructura fuerte. Sin embargo, las acciones que los países tomen están en manos de sus respectivos líderes. La creación de instituciones y capacidades llevará tiempo y voluntad política. El liderazgo tecnocrático facilitará un crecimiento y progreso significativo en los países del Triángulo Norte, atendiendo así los intereses de los países involucrados y, especialmente, los de Estados Unidos.